Aloma – big size

Avanzas despacito subiendo el camino rocoso, con el ruido de la naturaleza envolviéndote. Los de tu grupo van todos en silencio, todos con los ojos fijos en el suelo para no tropezarse con ninguna piedra. Alguien dijo que después de esa cuesta se llegaba al llano, y que ahí las vistas son brutales.

Poco a poco los árboles se van abriendo y el camino se hace más ancho. Sí, ahí parece que está, ya habéis llegado. Levantas los ojos y respiras profundo. Una bocanada de aire fresco que te llena por completo, para celebrar el espectáculo que tienes delante.

El valle a tus pies. Árboles que se convierten en un mar profundo, algo de bruma, una promesa de aventuras pasadas y miles de historias escondidas entre esos caminos.

Ojalá tuvieras ahí arriba una cabañita, pequeña, de madera, para escaparte de vez en cuando y poder desayunarte esas vistas como mínimo una vez a la semana.